Máscaras (IV)
Después de llorar un poco más, secarme las lágrimas, sonarme la nariz, tomar otro sorbo de café, mirar el reloj, hacer cuentas del tiempo que había pasado, tomar un sorbo más de café, pensar y serenarme, me dirigí al viejito y le pregunté que es lo que había pasado.
El volteó hacia mí con mirada paternal.
- No puedo explicarte que es lo que ha pasado sin contarte mi historia, y por el momento es algo que no puedo hacer. Debí haber cerrado la tienda hace algunas horas. Y tú debes estar cansado. Lo mejor sería que te fueras a tu casa y otro día vuelvas para mostrarte otras máscaras y platicar un poco mas.
- Es cierto, ya es bastante tarde - dije yo - volveré pronto. Gracias por el café.
Salí al frío de la noche, empecé a buscar explicaciones pero el cansancio era mayor y mi cerebro me prohibió seguir pensando. La tarde nublada se había convertido en una noche estrellada, con una luna menguante ubicada un poco más arriba del horizonte. Levanté la vista para ver las estrellas, no eran muchas las que podían ser vistas debido a la gran cantidad de luz que salía de las lámparas de la calle y las casas pero me dieron una sensación de tranquilidad.
Me puse a pensar en lo que se había convertido mi salida a caminar para aclarar mis pensamientos. Lo que empezó como un paseo por el centro de la ciudad para disfrutar el olor de la tierra mojada terminó en una experiencia extraña, no podría usar los términos "sobrenatural" o "inexplicable", la palabra que mejor describía mi experiencia era "extraña".
Llegué a la soledad de mi casa, calenté las sobras de la comida y cené con desgano. Preparé las cosas del día siguiente y me fui a dormir.
Los siguientes días fueron normales, ir al trabajo, salir con amigos, ir de compras, etc. Quería ir a la tienda pero sentía que no estaba listo. Además de que trataba de convencerme de que era mejor ir en fin de semana cuando tengo más tiempo disponible.
Llegó el fin de semana, traté de buscar alguna reunión de amigos, traté de exagerar el cosquilleo de garganta convirtiéndolo en una infección que mi cuerpo se negó a creer, traté de acomodar la pila de papeles a la que tanto le había huído pero descubrí por qué le había huído y decidí ir a visitar al viejito a su tienda de máscaras.
A pesar de que seguía siendo tiempo de lluvias esa tarde no estaba nublada, al contrario, en el cielo un brillante sol calentaba el aire y lastimaba los ojos.
Llegué a la tienda y saludé al viejito. Me recibió con una amplia sonrisa y me invitó a sentarme mientras el terminaba de hojear un viejo libro. Me puse a pensar como podría pagar la renta si no se veía que entrara gente a comprar algo, es más, los transeúntes que por ahí pasaban ni siquiera se mostraban interesados en las vitrinas o en el interior de la tienda.
Terminó de revisar el libro, se paró de su silla y se acercó a un estante a acomodarlo cuidadosamente. Se fue a sentar en el sofá que se encontraba justo frente a mí.
- Soy Rubén - me dijo - administro esta tienda de libros y máscaras desde hace más de 40 años. Compro libros antiguos y los restauro, a veces para venderlos y otras veces para agregarlos a mi colección personal. También compro máscaras viejas y las revendo cuando encuentro un buen comprador.
- Mucho gusto, mi nombre es Carlos. Soy contador en un despacho. Que ocurrió aquí la semana pasada.
- En realidad no es algo difícil de explicar, pero antes de explicártelo me gustaría que vieras otras máscaras. Dicho esto se levantó con decisión y abrió la vitrina. Sacó una de las máscaras que se encontraban más abajo y me la acercó. La volteé hacia mí y la observé por varios minutos.
Continuará...
(Cuento Inédito, Septiembre 2006)
1 Comments:
Creo que quiero saber mas de mascaras porque yo vivo con una ya encarnada y quiero ver su día en un maravilloso cuento encuentro una que sea parecida a la mía.
Es muy duro vivir con ellas, pero es lindo ver que un día, por un momento, alguien me puede ayudar con el peso que se lleva. … mmm después de un año siete meses…
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