Monday, October 30, 2006

Efecto invernadero

Ya era invierno, pero aún así sentía mucho calor. Acababa de terminar el tiempo de lluvias que había estado bastante fuerte, con muchos días y noches con lluvia, fuertes vientos y truenos que lo despertaban en las noches.

Salió de su casa lentamente, aletargado por el calor que sentía. Miró al cielo y observó que el sol lucía distinto, se veía un poco borroso y difuso. Creyó que podía ser una ilusión producida por los vapores que salían de la poca humedad que había en el suelo. Fue a buscar su comida y regresó lo más pronto que pudo para no estar mucho tiempo bajo los rayos de ese cruel sol.

Durmió parte de la tarde y toda la noche, el calor lo tenía demasiado adormilado.

Salió de nuevo al día siguiente y miró al cielo. El sol continuaba viéndose distinto. El calor era todavía más fuerte que el día anterior. Así pasaron varios días, cada día el calor era peor que el día anterios. Perdía fuerza y no era el mismo de antes. Hasta que un día, el calor fue tan insoportable que murió deshidratado.

Llegué temprano ese día y decidí limpiar un poco el patio. Hacía bastante calor a pesar de que el invierno ya tenía varios días de haber empezado, seguramente era por culpa del domo que pusieron en el patio, que no dejaba que el aire circulara correctamente y se juntaban los vapores de la humedad y provocaban ese calor insoportable. Decidí dejar la limpieza del patio para otro día en que el calor fuera menor. Me di la vuelta y se escuchó un tronido bajo mi pie, me agaché para ver que era y me encontré el caparazón de un caracol.

(Cuento inédito, Octubre 2006)

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