Friday, October 27, 2006

Rosa

Llegó a su casa con ánimos de leer algo diferente. Se dirigió al estudio, y se puso a revisar los libros que tenía por leer. Pasaba su mirada rápidamente por el lomo de cada libro y cuando leía algo interesante se detenía un poco en ese libro para observar algún detalle que despertara su interés. No encontró nada que le llamara la atención así que decidió pasarse al otro librero, donde se encontraban los libros que ya había leído. Quizá alguno de esos libros le diría algo, como ocurre con los viejos amigos después de mucho tiempo sin verse.

Dibujó una sonrisa en su rostro. Ya había encontrado que leer. Ya un viejo amigo le había dicho que ahí estaba, para platicar con él y recordar juntos sus andanzas. Tomó el libro, vio la tapa y volvió a sonreír. Se sentó en el sofá, leyó la parte de atrás del libro, lo volteó y lo abrió. Al dar la vuelta de la tapa el olor a libro viejo invadió la habitación. Ese delicioso aroma que no toda la gente puede disfrutar pero que él realmente gozaba.

Comenzó a leer y a transportarse de regreso a ese mundo que ya había visitado anteriormente. Fue pasando las páginas, recordaba algunas cosas del relato, otras más ya las había olvidado, y otras tantas lo volvían a sorprender a pesar de ya saberlas.

Así pasó algunas horas, hasta que, cerca de la mitad del libro, algo cayó al suelo. El ligero sonido que hizo el objeto al caer lo trajo de regreso al mundo real. Se agachó a recogerlo, lo tomó con el dedo índice y pulgar y lo observó.

Era una rosa seca, la había guardado en el libro hacía mucho tiempo. No podía recordar exactamente cuando y no recordaba muchos detalles de por qué lo había hecho. Se puso a observarla y algunos recuerdos pasaban rápidamente por su cabeza, sintió alegría y tristeza al recordar.

Una rosa seca, como estaba su corazón después de tanto tiempo. Una rosa seca, como el campo donde había plantado sus sueños que nunca florecieron. Una rosa seca.

Decidió que era tiempo de dormir, dejó el libro a un lado, tomó la rosa y la puso en un vaso que tenía en su buró.

El sol entró por su ventana y le acarició la cara. Abrió los ojos y se levantó lentamente. Se estiró y miró el reloj de su buró. La rosa seca que había puesto la noche anterior ya no era una rosa marchita, había florecido después de tanto tiempo guardada en el viejo libro. La acercó a sí y aspiró profundamente el aroma que despedía. Una semilla de esperanza entró en su corazón esperando florecer.

Y sonó el despertador.

(Cuento inédito, Octubre 2006)

1 Comments:

At 8:55 PM, Blogger ROSAS y HADAS. said...

Asi florecio la rosa como florecio de nuevo el amor en tu vida.

besos: thaly

te amo

 

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