Piedra
A pesar de los contratiempos en el ascenso estaban a punto de alcanzar la cima. No eran los primeros en escalar esa montaña pero para ellos siempre les había representado un reto por cumplir.
Ya en la cima, después de descansar un poco él comenzó a buscar. Ella le preguntó:
- ¿Qué estás buscando?
- Una roca --dijo él-- lo más rectangular posible pero que tenga una protuberancia en la parte superior.
- De acuerdo, te ayudaré a buscarla. Supongo que la quieres para una de esas esculturas extrañas que haces, ¿Verdad?
- Mmm... sí, así es.
Después de algunos minutos de búsqueda ella encontró una roca que encajaba perfectamente en la parca descripción que él le había dado.
- ¿Algo como esto?
- Excelente, es justo lo que estaba buscando.
Después de unos minutos de contemplar el horizonte desde esa altura comenzaron a prepararse para el descenso.
Cuando ella estaba en la orilla guardando las cosas en su mochila él se acercó despacio con la roca en la mano y la impactó con fuerza en la nuca. Vió como la sangre se impregnó en la protuberancia de la roca y como empezaba a manar y manchaba su rubia cabellera.
Se sentó al lado del cuerpo sin vida, y lloró hasta que cayó la noche. Sabía que las razones que tenía para volver estaban con él en la cima de esa montaña, por lo que decidió que se quedaría ahí hasta que la muerte lo alcanzara.
Dicen que no hay peor cosa que una mujer despechada, ya que son capaces de cualquier cosa. Pero quizá, esa no sea una característica de género.
(Cuento Inédito, Julio 2006)
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