Friday, September 29, 2006

Lápiz y papel

Hoy comencé a escribir un cuento, pero esta vez fue con lápiz y papel dado que no tenía una computadora o una pocket o algún otro artilugio tecnológico a la mano. Hace tiempo que no lo hacía de esa forma, y en lugar de continuar escribiendo el cuento empecé a pensar en como en ocasiones las cosas simples se disfrutan mas.

Me agradó la sensación de la "tiza" deslizándose sobre el papel. Me encantó la impresión de la mano resbalando sobre la hoja conforme se va llenando el espacio para las letras y tiene que moverse de izquierda a derecha y de arriba a abajo cuando el renglón ha llegado a su fin y las letras pueden caer al vacío.

Otra ventaja de utilizar estas herramientas es que puedes hacer énfasis en alguna idea con el uso de algún símbolo en ella. O también puedes tratar de inspirarte haciendo dibujos, rayas o cualquier otra cosa en el contorno de la hoja.

Como todo en esta vida nada puede ser bello en su totalidad. El problema de esta forma de escribir se presenta cuando una de las ideas no te gusta y tienes que tacharla, borrarla o utilizar el pequeño espacio entre un renglón y otro para escribir ahí la nueva idea o las palabras que no cupieron.

Otro problema para nuestra generación es que estamos tan acostumbrados a escribir con la ayuda de un teclado que nuestras manos se cansan rápidamente de utilizar un lápiz o una pluma. A estas alturas nuestras manos ya olvidaron la gran cantidad de planas que tuvieron que hacer cuando eran más jóvenes y se cansan con gran facilidad.

Creo que trataré de escribir de esta forma un poco más seguido.

Monday, September 25, 2006

Máscaras (IV)

Después de llorar un poco más, secarme las lágrimas, sonarme la nariz, tomar otro sorbo de café, mirar el reloj, hacer cuentas del tiempo que había pasado, tomar un sorbo más de café, pensar y serenarme, me dirigí al viejito y le pregunté que es lo que había pasado.

El volteó hacia mí con mirada paternal.

- No puedo explicarte que es lo que ha pasado sin contarte mi historia, y por el momento es algo que no puedo hacer. Debí haber cerrado la tienda hace algunas horas. Y tú debes estar cansado. Lo mejor sería que te fueras a tu casa y otro día vuelvas para mostrarte otras máscaras y platicar un poco mas.

- Es cierto, ya es bastante tarde - dije yo - volveré pronto. Gracias por el café.

Salí al frío de la noche, empecé a buscar explicaciones pero el cansancio era mayor y mi cerebro me prohibió seguir pensando. La tarde nublada se había convertido en una noche estrellada, con una luna menguante ubicada un poco más arriba del horizonte. Levanté la vista para ver las estrellas, no eran muchas las que podían ser vistas debido a la gran cantidad de luz que salía de las lámparas de la calle y las casas pero me dieron una sensación de tranquilidad.

Me puse a pensar en lo que se había convertido mi salida a caminar para aclarar mis pensamientos. Lo que empezó como un paseo por el centro de la ciudad para disfrutar el olor de la tierra mojada terminó en una experiencia extraña, no podría usar los términos "sobrenatural" o "inexplicable", la palabra que mejor describía mi experiencia era "extraña".

Llegué a la soledad de mi casa, calenté las sobras de la comida y cené con desgano. Preparé las cosas del día siguiente y me fui a dormir.

Los siguientes días fueron normales, ir al trabajo, salir con amigos, ir de compras, etc. Quería ir a la tienda pero sentía que no estaba listo. Además de que trataba de convencerme de que era mejor ir en fin de semana cuando tengo más tiempo disponible.

Llegó el fin de semana, traté de buscar alguna reunión de amigos, traté de exagerar el cosquilleo de garganta convirtiéndolo en una infección que mi cuerpo se negó a creer, traté de acomodar la pila de papeles a la que tanto le había huído pero descubrí por qué le había huído y decidí ir a visitar al viejito a su tienda de máscaras.

A pesar de que seguía siendo tiempo de lluvias esa tarde no estaba nublada, al contrario, en el cielo un brillante sol calentaba el aire y lastimaba los ojos.

Llegué a la tienda y saludé al viejito. Me recibió con una amplia sonrisa y me invitó a sentarme mientras el terminaba de hojear un viejo libro. Me puse a pensar como podría pagar la renta si no se veía que entrara gente a comprar algo, es más, los transeúntes que por ahí pasaban ni siquiera se mostraban interesados en las vitrinas o en el interior de la tienda.

Terminó de revisar el libro, se paró de su silla y se acercó a un estante a acomodarlo cuidadosamente. Se fue a sentar en el sofá que se encontraba justo frente a mí.

- Soy Rubén - me dijo - administro esta tienda de libros y máscaras desde hace más de 40 años. Compro libros antiguos y los restauro, a veces para venderlos y otras veces para agregarlos a mi colección personal. También compro máscaras viejas y las revendo cuando encuentro un buen comprador.

- Mucho gusto, mi nombre es Carlos. Soy contador en un despacho. Que ocurrió aquí la semana pasada.

- En realidad no es algo difícil de explicar, pero antes de explicártelo me gustaría que vieras otras máscaras. Dicho esto se levantó con decisión y abrió la vitrina. Sacó una de las máscaras que se encontraban más abajo y me la acercó. La volteé hacia mí y la observé por varios minutos.

Continuará...

(Cuento Inédito, Septiembre 2006)

Sunday, September 24, 2006

Tequila

Bueno, ya he hablado de la cerveza y del café, hoy le toca el turno al tequila, esa bebida mágica que deja aflorar tus más profundos sentimientos.

El tequila se puede tomar de muchas maneras, con Coca, con agua mineral, con Squirt sal y limón, o puro. Esta última forma de tomarlo es de la que voy a hablar ahora.

Es difícil desciribr el primer trago del tequila puro. Depende mucho del tipo de tequila, de la situación en la que se está tomando, del estado de ánimo de la persona que lo está tomando, etc.

En mi situación actual, el primer trago fue "liberador". Permitió que la garganta se abriera un poco escondiendo la gripa que me ha estado persiguiendo por las últimas semanas. Logró hacer que mis fosas nasales obtuvieran más aire al mismo tiempo que el que habían obtenido en el último día. Pero lo mejor de todo, logró aplacar un poco los sentimientos y sensaciones que me han venido persiguiendo.

Desgraciadamente, lo último no duró mucho, con cada trago que daba las sensaciones afloraban más y más. Si a eso le sumamos una guitarra, y unas canciones melancólicas creo que cualquiera puede saber el resultado de la ecuación.

En fin, regresando al tema, el tequila tiene un sabor especial, aprendí a mantener el primer trago en la boca hasta que todas las papilas gustativas lo detectaran y lograra un semi-adormecimiento de las mismas seguido de un lento despertar.

Después del primer trago cada trago es diferente, cada sensación en la boca, en la garganta, en el esófago, en el estómago y en el resto del cuerpo es diferente.

Cuando tengan oportunidad, agarren un caballito, sírvanse un poco de tequila y disfruten ese primer trago.

Salud!

Wednesday, September 20, 2006

Cenizas

Era el amanecer en altamar. Ese momento mágico en que gracias a la salida del sol se puede percibir en el horizonte como el cielo y el mar se separan y dejan de ser uno solo; ese momento en que se puede observar como termina el abrazo nocturno entre ellos.

Se acercó a la proa de la pequeña embarcación. El frío le calaba los huesos a pesar del grueso abrigo que traía puesto. Esperó unos minutos más a que el sol se elevara un poco más. Había terminado de amanecer y tomó la caja que tenía a su lado. La apretó con fuerza hacia él y dejó que los recuerdos fluyeran, recuerdos tristes y recuerdos felices, aventuras y desventuras que pasaron juntos. Tantos años.

Se conocieron a muy corta edad, alrededor de los 2 o 3 años, en realidad ninguno de los dos lo podía recordarlo exactamente. Curiosamente, habían nacido el mismo día, con algunas horas de diferencia. Desde que se conocieron se hicieron grandes amigos. Se comprendían y se cuidaban, se defendían y se enseñaban, se consolaban y se reían, se regañaban y se reñían, en fin, hacían todo lo que se puede hacer con los grandes amigos. En ocasiones uno de ellos no estaba de acuerdo con el proceder del otro, y eso ocasionaba que se ignoraran por algún tiempo, a veces se dejaban de hablar y otras veces se distanciaban, pero cuando algo le salía mal a alguno de los dos era seguro que ahí estaría el otro para ayudarlo.

Todavía no comprendía como es que había muerto. Se habían distanciado ya que tenían mucho trabajo y responsabilidades. Un día que quizo hablar con él para contarle los problemas por los que estaba pasando lo escuchó muy distante, inmediatamente salió a buscarlo. Lo encontró en una esquina, agonizante. Le preguntó lo que había pasado pero no pudo obtener nada en claro. Lo apretó contra su pecho como en este momento apretaba la caja y sintió como partió.

Tal como se prometieron en la infancia, se llevó su cuerpo y lo quemó. Juntó las cenizas y las guardó en una caja y partió al mar.

Levantó la caja lentamente, con las manos ateridas movió el pestillo de la caja y tomó un poco de las cenizas en su mano. Fue dejando que las cenizas que tenía en su mano cayeran lentamente al mar. Observó el resto de las cenizas de la caja y por un momento pudo ver el rostro de su amigo entre ellas. Quizá fue una mala jugada del viento o quizá su amigo le estaba diciendo que siempre estaría con él.

Giró la caja y dejó que el resto de las cenizas cayeran al mar. Lanzó una plegaria al viento y cerró la caja.

Tomó el timón y emprendió el camino de regreso a casa. Mirando el inmenso mar solamente pensaba:

- "Gracias amigo, gracias por toda una vida a mi lado"

El sol seguía subiendo y un gran pez pasó junto a la embarcación. El viento siguió soplando y todo siguió su curso.

(Cuento inédito, Septiembre 2006)

Sunday, September 17, 2006

Olvida usted algo?

Salió del cine con la sensación acuciante de que había olvidado algo. Caminó al estacionamiento tratando de recordar que era, se puso a realizar inventario de todo lo que traía y podía haber dejado; su sweater verde, su bolsa roja, su paquete de kleenex, etc. pero todo estaba con ella.

En el justo momento de llegar a su carro y desactivar la alarma lo sintió. Dejó un poco de la frialdad del corazón con la que había entrado a la función. Una lágrima fría rodó por su mejilla, subió al carro y siguió su camino.

(Cuento inédito, Septiembre 2006)

Friday, September 15, 2006

Enfermedad

Salió del consultorio con la mirada perdida. Pensando en lo que le acababan de decir y en la decisión que iba a tomar. Ella sabía las consecuencias del tratamiendo, pero no estaba segura de querer seguirlo con tal de curarse.

Una semana antes había asistido a su chequeo semestral con los resultados de los análisis que le acababan de realizar. A la doctora no le gustó mucho lo que veía y después de una exhaustiva revisión le dio el diagnóstico.

Tenía una enfermedad que hace apenas unos años era muy rara, pero que últimamente se había propagado con gran rapidez. Agendaron una cita para la semana siguiente y se marchó.

Precisamente de esa cita venía saliendo meditabunda. Caminó por largo rato evaluando las opciones, se sentó en el parque y pasó largas horas pensando sin pensar.

A la mañana siguiente habló con la doctora dispuesta a someterse al tratamiento el fin de semana.

El sábado por la mañana, con la sangre corriendo a toda velocidad por sus venas llegó al consultorio, se desnudó, se acostó en la camilla y esperó. Minutos después llegó la doctora acompañada de la enfermera y empezaron a preparar los instrumentos.

La doctora le explicó nuevamente el procedimiento. El virus se encontraba solamente en un punto específico dado que fue detectado a tiempo y debían congelar esa parte para que no se propagara mientras lo atacaban con medicina. Le aclaró que no debía hacer uso de esa parte de su cuerpo durante el tiempo del tratamiento para evitar cualquier riesgo, incluyendo la posibilidad de contagiar a alguien mas. El tratamiento duraría 2 años, tiempo que puede ser mucho o puede ser poco de acuerdo a la escala que se utilice.

Empezaron con las tareas para la intervención. Un poco de nervios en la paciente, un poco de sudor en la doctora y un poco de manos temblorosas en la enfermera después se terminó la operación.

Ella durmió plácidamente por una hora, gracias a la anestesia que habían utilizado. Despertó y lo primero que vió fue a la enfermera con una sonrisa. Le dijo que todo había salido bien y que en unos minutos estaría la doctora con ella y salió de la habitación.

Entró la doctora y le dio algunas recomendaciones y le ayudó a vestirse para que regresara a su casa. Se sentía diferente, veía las cosas de diferente manera pero no podía explicar por qué.

Pasaron 6 meses de visitas semanales a la doctora, chequeos que demostraban que todo iba saliendo correctamente. Saliendo del consultorio se topó con un viejo amor al que no había podido olvidar. Empezaron a salir y a verse frecuentemente, aunque ya no sentía la misma emoción que antes. Después de varias citas, el la besó y ella sintió una punzada en el corazón. No pudo corresponder al beso, el dolor comenzó a crecer y fue recorriendo todo su cuerpo. Se alejó de él y recordó la intervención que había tenido meses atrás. Le habían congelado el corazón para evitar que el virus siguiera expandiéndose por su cuerpo, y no debía utilizarlo hasta que estuviera completamente curada.

Quizá en nuestros tiempos esta enfermedad es más común, y por eso es tan fácil encontrar mujeres con el corazón tan frío.

(Cuento inédito, Septiembre 2006)

Tuesday, September 12, 2006

Este cuento lo tenía en mente desde hace ya mas de 2 años, debido a un regalo que recibí que es muy utilizado por los periodistas. En aquel entonces tenía pensado un final para este cuento, pero hoy que empecé a escribirlo me di cuenta que puede tener varios finales. De tal manera que pondré los tres finales que tengo en este momento y el lector decidirá cual le gusta más (o en su defecto cual le disgusta mas). El final original es el tercero.

Periodista

Como todos los niños, el quería ser algo cuando creciera. Algunos de sus compañeros querían ser astronautas, otros querían ser bomberos, policías o soldados; unos mas se conformaban con ser como sus papás con profesiones más comunes y corrientes.

El quería ser periodista, que su nombre apareciera en el periódico y todos leyeran sus artículos. Así empezó a comprar el periódico todos los días (en lugar de gastar su dinero en dulces o cómics) y compró un cuaderno en el que iba reescribiendo los artículos que más llamaban su atención. Cambiaba la forma de narrar la historia, signos de puntuación, hacía énfasis en situaciones que a él le parecían más importantes y el autor había pasado por alto, etc.

Al terminar la primaria ya tenía 2 cuadernos llenos de notas escritas por él.

En la secundaria fue un poco más allá, y además de seguir reescribiendo artículos leídos en el periódico del pueblo donde vivía, comenzó a hacer pequeñas notas de sucesos ocurridos en su escuela. Dió cuenta de la golpiza que le propinaron al "Greñas" por andarse metiendo con la novia del "Pecas". Evidenció las "clases especiales" que daba la maestra de Ciencias Naturales a los compañeros de salón más desarrollados. E incluso escribió la columna de sociales cuando el prefecto de la escuela se casó con la señora que cuidaba el laboratorio de química.

Así transcurrió también la prepa, decidido en su vocación. Poco antes de terminar la preparatoria empezó los trámites para entrar a la universidad de la ciudad más cercana donde existía la carrera de Ciencias de la Comunicación. A los pocos meses revisó el dictamen de admisión y para su fortuna si salió en listas. Con algo de esfuerzo sus padres prepararon todo para que se fuera a estudiar.

Empezó la carrera emocionado, todo era nuevo para él y sentía como sus sueños se iban materializando y pronto sería un gran periodista.

Final I

Un día, en octavo semestre, iba en camión rumbo a la escuela y en una parada se subieron dos tipos supuestamente a cantar para pedir dinero. El primero avanzó a la mitad del camión y sacó una pistola pidiendo a todos que le entregaran su dinero, relojes, joyas, etc. mientras el otro amagaba al conductor con un cuchillo. El no quizo entregar sus cosas y se abalanzó contra el tipo de la pistola logrando desarmarlo mientras que otros pasajeros lo detenían. No se dió cuenta que el tipo del cuchillo ya estaba a unos cuantos pasos y le encajó el cuchillo en el corazón. Llegó una ambulancia y lo trasladaron a urgencias del hospital más cercano. Estuvo agonizando todo ese día, al día siguiente llegó su mamá y estuvo a su lado mientras dormía. Despertó y pidió que buscaran en el periódico a ver si venía alguna nota sobre lo que había pasado. La mamá le leyó la nota e hizo hincapié cuando mencionaban su nombre y lo valiente que había sido. Sonrió al ver que al menos su nombre había aparecido en el periódico y murió.

Final II

Terminó la carrera, y en cuanto obtuvo su título fue a llevar su currículum a todos los periódicos de la ciudad. En todos recibía rechazos, porque no tenía experiencia, porque no había puestos vacantes, porque era muy joven, etc. Así pasó varios meses sin encontrar trabajo hasta que un día se hartó, compró una pistola con el poco dinero que le quedaba y fue al periódico más grande de la ciudad y entró matando gente. Hasta que llegó la policía y lo detuvieron. Su nombre apareció en todos los periódicos de la ciudad y todos los días los leía en su celda con una sonrisa en la boca. Su sueño había sido cumplido.

Final III

Terminó la carrera, y en cuanto obtuvo su título fue a llevar su currículum a todos los periódicos de la ciudad. En todos recibía rechazos, porque no tenía experiencia, porque no había puestos vacantes, porque era muy joven, etc. Hasta que
por fin, en un pequeño periódico le dieron el puesto de redactor de obituarios. Pensó que era un buen inicio, y que posteriormente podría subir. De eso han pasado ya 30 años, y su nombre sigue apareciendo en el encabezado de la sección.

Monday, September 11, 2006

Variando un poco

Para variar un poco y mientras me inspiro para continuar el cuento largo y terminar los cuentos cortos que he empezado he decidido publicar este "poema" que escribí hace algunos días. Como comentario adicional, yo soy de la vieja escuela de lectores de poesía, de aquellos que les gusta el ritmo, y que las estrofas sigan un tamaño específico, y que la cantidad de sílabas concuerden y que haya rimas vocales y consonantes, etc. No me gusta casi nada de la nueva escuela de poesía. Pero al tratar de escribir este poema salió más orientado a la nueva escuela, y a final de cuentas me gustó el resultado (no quedé completamente satisfecho pero creo que forzándolo a rimar y a cumplir todos los requisitos de la vieja escuela, no me hubiera gustado tanto como este).

Me Dueles

Esta noche lo sentí
mas bien esta noche lo noté
sin poder dormir
exasperé

El dolor me invadía
pasaba por todo mi cuerpo
sentía morir
sin morir

Me dueles
No como dolor de muelas
Ni como dolor de cabeza
simplemente, me dueles

no hay medicina,
pastillas, gotas o inyecciones
la doctora me dijo:
así son los dolores de amores

Me dueles
no como dolor de cuerpo
ni como dolor de vesícula
simplemente, me dueles

Es un dolor de mente,
o demente
es un dolor de corazón,
de corazón...
...me dueles

(Poema inédito, Agosto 2006)

Wednesday, September 06, 2006

Máscaras (III)

La máscara que puso en mis manos era realmente simple, una máscara de cerámica blanca, que mostraba un rostro casi inexpresivo. Un rostro un poco triste por la orientación que tenía su boca y por el vacío que había en sus ojos. Lo que más llamaba la atención era un resquebrajamiento en la mejilla izquierda, al parecer rellenado con alguna especie de pegamento o algo así que lo disimulaba un poco pero no lo cubría completamente.

La acerqué a mi rostro y cerré los ojos...

Era de noche y la luz de las estrellas bañaba el pequeño pueblo. Por las estrechas calles no caminaba nadie, solamente de vez en cuando se veía algún perro callejero urgando buscando comida. Se escuchaban risas y gritos que venían de una casa. Conforme me acercaba se comenzaban a distinguir algunas conversaciones y un poco de música. Llegué a las puertas abiertas de la casa y entré lentamente, algunas cabezas se voltearon a mirarme y lanzaron una sonrisa.

Había varias mesas distribuídas por lo que parecía ser la sala de la casa. Todas las sillas estaban llenas y había algunas personas de pie cerca de una barra improvisada. Al centro de la sala se levantaba una tarima con unos postes y unas sábanas amarradas simulando un escenario con su telón. Abrí un poco las sábanas y entré para encontrarme con mis amigos. Los nervios empezaron a invadirme, siempre que pisaba el escenario me pasaba lo mismo, tanto cuando lo pisaba para un ensayo como cuando era la presentación de la obra.

Me saludaron efusivamente y me pidieron que me preparara porque estábamos a punto de empezar. Me puse la gabardina y la máscara y las sábanas se corrieron para abrirnos al público que comenzó a aplaudir. Di un rápido vistazo entre las personas que se encontraban y pude ver a varios desconocidos, a varios conocidos y localicé a mi padre en una mesa cercana a la barra, con él se encontraba mi hijo de 9 años que no dejaba de aplaudir con toda la fuerza que podía. Era la primera vez que le permitíamos ir a una de nuestras obras. El cigarro, el alcohol y el juego no son buenos ejemplos para un niño tan pequeño, pero desde que nos vió ensayar rogó y rogó que a esta obra si lo dejáramos asistir hasta que logró convencernos, no sin antes prometer que se portaría bien y que iba a estudiar más y todas esas promesas que a veces olvidamos primero los padres que los hijos.

Comenzó la obra, una comedia trágica sobre un hombre perdidamente enamorado de una mujer que no le correspondía, y el vagaba por el mundo buscando la forma de que su amor fuera correspondido.

Terminó el primer acto con una gran cantidad de aplausos. Los vasos de alcohol se iban vaciando y llenando con rapidez. Me acerqué a mi hijo para preguntarle que tal le estaba pareciendo y el brillo de sus ojos me dijo cuanto lo estaba disfrutando. Subí nuevamente al escenario para el segundo acto.

Terminó el segundo acto y minutos después comenzó el acto final. En el momento en que mi personaje llegaba con su amada con un ramo de flores y empezaba a leerle el poema que le derretiría el corazón comenzó una bronca en la mesa que estaba al fondo del lugar. Unos vasos volaron por aquí y otros vasos por allá. Se levantaron los dos malencarados que estaban en esa mesa y comenzaron a darse puñetazos y patadas, tumbando las mesas y sillas que se atravesaban en su camino. El andar errático los acercó a la mesa donde estaba mi hijo y a partir de ahí todo ocurrió lentamente.

Mi papá levantó a mi hijo y lo acercó a su cuerpo. Yo solté las rosas y el poema y brinqué del escenario. Uno de los forajidos sacaba un cuchillo y lo levantaba contra el otro tipo. Tropecé con una silla y caí golpeándome el rostro fuertemente con la esquina de una mesa. No importó el dolor porque ví cuando el cuchillo era esquivado por el forajido y se encajaba en la espalda de mi hijo. Todo se quedó en silencio, me acerqué con rapidez y abracé a mi hijo con todas mis fuerzas, sentí la sangre correr por mis manos y ví su boca esbozando una sonrisa mientras decía que le había gustado mucho la obra, aunque no había entendido el final.

Me quité la máscara y le dí un beso en la frente y un beso en sus mejillas. Sentí como su cuerpo se hacía más pesado y vi sus ojos perdiendo su brillo mientras se cerraban lentamente...

El viejito me sacudió y me tendió un pañuelo. Sentí un dolor en la garganta como cuando se ha llorado por mucho tiempo y me di cuenta que realmente había estado llorando. Me sequé las lágrimas y me soné la nariz mientras el viejo tomaba la máscara de mis manos y contemplaba el resquebrajamiento de la mejilla, ese resquebrajamiento creado por la esquina de una mesa.

Continuará...

(Cuento inédito, Septiembre 2006)