Wednesday, August 30, 2006

Delito no consumado

Se acercó lentamente a ella, sus piernas temblaban fuertemente y se odió a sí mismo por ser tan débil. Había planeado por tanto tiempo lo que iba a hacer que creyó que los nervios ya no lo traicionarían y podría hacer lo que quisiera.

Sus manos sudorosas trataban de acercarse al cuello de ella pero su cuerpo no respondía. Lo que creyó que le tomaría a lo sumo algunos minutos le estaba costando horas. Trataba de convencerse que lo que estaba por hacer no era tan malo pero aún así su cuerpo no reaccionaba.

Al final ella despertó; después de tantos meses de planearlo y convencerla de estudiar juntos no pudo robarle un beso.


(Cuento inédito, Agosto 2006)

Máscaras (II)

El sol nacía a lo lejos, conforme subía en el horizonte la neblina se iba dispersando y solamente quedaban los árboles y el pasto llenos de rocío. Era una mañana fría, algunos pájaros cantaban y se escuchaba el ruido de algunos animales salvajes moviéndose en la selva. Esa mañana todos estaban excitados, todavía recordaban las palabras pronunciadas por la anciana la noche anterior, mientras todos estaban sentados alrededor del fuego. Eran palabras de esperanza y de miedo, de melancolía y expectación.

Pasaron los minutos y los mayores empezaron a salir de sus hogares. El fuego que la noche anterior los cobijó en esos momentos estaba extinguiéndose. Se fueron reuniendo cerca de las cenizas y empezaron a planear las actividades de ese día. Había muchas cosas por hacer y de acuerdo a las últimas noticias que habían recibido tenían muy poco tiempo para hacerlo.

Los adultos empezaron a salir poco a poco, por primera vez en mucho tiempo salían tan tarde de sus casas. Parecía que todos se hubieran puesto de acuerdo para quedarse más tiempo con sus familias, disfrutarlas y quizá dejar su semilla sembrada para los tiempos que venían. Se acercaron a los mayores y empezaron a discutir lo que debían hacer.

Los niños fueron los últimos en salir, sabían que no debían molestar a los adultos pero los deseos de jugar y divertirse y tratar de aprender un poco de lo que iban a ver eran mayores que el temor a ser reprendidos. Los más grandes habían tenido pláticas con sus padres, en las que les pedían que fueran buenos y que cuidaran a sus madres y hermanos, que los Dioses les ayudarían y les protegerían.

El movimiento fue creciendo, no tardaron mucho en ponerse de acuerdo en las actividades; cada persona agarró su tarea y la realizaba con dedicación y ahínco. Algunos recogían frutos, otros recogían leña, otros más estaban dedicados en mover las casas a lugares más protegidos. Algunos grupos salieron a cazar y conforme iban regresando otro grupo separaba lo que habían traído consigo y curtía las pieles, o quitaba la carne de los huesos o incluso curaban a los que habían sido heridos por algún animal. Otros se dedicaban a hacer flechas, preparar espadas y escudos y todo el armamento del que disponían. Algunas mujeres preparaban ropa para sus hombres, ropas simples pero con alguna característica especial, algunos bordados, alguna pluma, algún mechón de sus cabellos, etc.

La mañana se fue consumiendo rápidamente, el sol ya estaba llegando a lo más alto del cielo mientras muchos terminaban sus tareas y comían un poco de lo obtenido por los grupos de caza.

A lo lejos se vio una pequeña sombra que fue acercándose poco a poco. Los mayores mostraron su cara de preocupación y los adultos se acercaron a sus familias. La sombre fue creciendo y se distinguió a uno de los corredores más veloces. Traía la noticia que no querían oír pero que sabían que llegaría tarde o temprano. Ya los Dioses les habían mandado diversas señales, desde el animal de dos cabezas que encontraron hasta el sol devorado por unos minutos.

Los ancianos comenzaron a dar órdenes a todos. Las mujeres ayudaban a los adultos a vestirse apropiadamente, les acercaban las armas y las protecciones. Les daban la ropa que habían hecho poco antes y los llenaban de amuletos.

El se acercó a su mujer, una lágrima asomó por sus ojos y desapareció tan pronto como había salido. Se puso la ropa que ella le tendió. Se pusó el pecho de metal y lo amarró con firmeza. Ella le puso en el cuello el pico de águila y le acercó su espada, el arco y las flechas. Su hijo mayor que rondaba los 14 años se acercó y le tendió una máscara de barro. Era una representación del Dios Aguila hecha por el niño basado en todas las historias que le habían contado desde muy pequeño. Tenía unos ojos redondos y un pico afilado, estaba surcada por algunas arrugas y tenía dos incrustaciones de plata junto a los ojos simulando unos ojos que podían mirar hacia un lado.

El se inclinó hacia su hijo y le agradeció con una sonrisa. Le recordó el compromiso que tenía hacia su madre y sus hermanos y se marchó.

Caminaron por horas y horas, en ocasiones paraban un rato para descansar y comer un poco. Conforme avanzaban comenzaron a hacerse más claros los ruidos de batalla. Gritos desgarradores, choque de metal contra metal, flechas cortando el aire, choque de metal contra hueso, etc.

El momento había llegado. Avanzaron los últimos metros con rapidez, preparando sus armas y tratando de encontrar un buen lugar para entrar a la batalla.

El se puso la máscara, mientras lanzaba una plegaria al Dios Aguila y pensaba en su familia.

Con un grito de guerra todos corrieron al corazón de la batalla. Empezaron a tirar flechas y una vez que estaban lo suficientemente cerca desenfundaban su espada y trataban de defenderse. El ruido era ensordecedor. Había guerreros tirados en el piso. Muertos o moribundos, con marcas de flechas o espadas, algunos miembros dispersos en el campo de batalla.

La imagen era sorprendente, miles de guerreros con distintas vestimentas peleando con fiereza, gritando de coraje o de dolor. Cuando parecía que la batalla estaba terminando porque la cantidad de cuerpos en pie era menor aparecían cientos de guerreros de distintas direcciones dispuestos a continuar la batalla.

Así pasaron horas y horas, las fuerzas se agotaban pero seguían luchando para defender lo que les pertenecía. El hombre de la máscara de águila seguía peleando aún después de haber sido herido en un abajo del corazón por una flecha que tuvo la fuerza suficiente para atravesar el pecho de metal. Un hilo de sangre corría por su espalda y sentía como las fuerzas lo iban abandonando. Un guerrero se acercó levantando la espada y dejándola caer en dirección a su cabeza. Pidió fuerzas al Dios Aguila y fue correspondido levantando su espada y cortando el brazo de su adversario con un certero golpe.

Después de eso se quedó sin fuerzas y cayó de rodillas. Había perdido demasiada sangre y no podía mas. Rodó hacia la selva para no estar en medio de la batalla y chocó contra un árbol. Pensó en su familia mientras se quitaba la máscara. Tomó la máscara con su mano derecha y se encomendó a los Dioses. Su mano sin vida cayó hacia un lado y soltó la máscara...

El viejito me sacó de mi trance tomando la máscara de mis manos y lanzándome una sonrisa cómplice. Me invitó a que me sirviera una taza de café mientras guardaba la máscara en la vitrina. Sacó otra máscara de la vitrina y la puso en mis manos.

Continuará...

(Cuento inédito, Agosto 2006)

Tuesday, August 22, 2006

Máscaras (I)

Era una tarde nublada, casi tan nublada como mis pensamientos y mi corazón. Cuando me siento de esa forma, unos de mis escapes es el salir a caminar, a veces para terminar en alguna tienda o centro comercial y otras veces para vagar sin rumbo. Decidí ir al centro de la ciudad a pasear por sus calles, a sentir el aroma del adoquín con las primeras gotas de lluvia.

Empecé a caminar por la plaza principal, con aquella fuente llena de agua con algunos tintes de verde, un poco más densa que el agua normal por todas las partículas que se han fundido con ella. Ese día como tantos otros los chorros de la fuente se encontraban apagados, y solamente se veían algunos niños jugando con el agua sin preocuparse por todas las enfermedades que podían adquirir. La gente iba y venía en todas direcciones; gente joven y gente vieja; gente linda y gente fea; gente con bolsas de cosas recién compradas y gente con aquellas cosas viejas que siempre cargaban. En fin, nunca terminaría de describir la gran variedad de gente que había alrededor.

Continué caminando, dejando la plaza principal atrás, con las palabras del predicador a mis espaldas

"Arrepiéntanse, el final se acerca... muerte .... cambiará .... apocalipsis .... hijos .... sangre .... .... ...."

Di vuelta en la esquina y pasé por debajo de los arcos, el aroma de toda la comida que vendían empezó a llenar mis pulmones. Algunos aromas me dieron naúseas y otros tantos me abrieron el apetito, pero no estaba de humor para comer algo en ese momento. Crucé la calle principal y pasé por la plaza donde se encontraba el kiosko. Ese día no había músicos ensayando, solamente niños persiguiendo palomas, padres persiguiendo a sus hijos y viejos sentados en las bancas porque a su edad ya no podían perseguir a nadie.

Seguí mi camino sin rumbo fijo, sumido en mis pensamientos y levantando la cabeza solo de vez en cuando para reconocer en donde me encontraba y para donde me gustaría seguir caminando. Unas gotas de lluvia empezaron a caer y el olor a tierra mojada comenzó a inundar el ambiente. Las gotas se iban haciendo más y más gruesas y comenzaban a calar en mi ropa. La gente corría en todas direcciones para buscar un lugar donde protegerse de la lluvia mientras yo seguía mi camino. Tan pronto como había llegado la lluvia se detuvo y salió un fuerte que empezaba a ocultarse avisando que la noche estaba cerca.

Poco a poco el sol fue secando mi ropa y conforme se evaporaban las gotas de lluvia de las calles mi ánimo se iba haciendo menos sombrío.

Seguí caminando, pero ahora ponía un poco más de atención a los detalles a mi alrededor. Las palomas que tomaban agua de los charcos, las manchas que la lluvia había dejado en las paredes de las casas y edificios viejos, las hojas de los árboles moviéndose lentamente, etc. Pasé junto a la plaza que está detrás de la vieja iglesia y seguí por una de las calles perpendiculares. Pasé junto a una cantina de donde salía un olor a alcohol mezclado con un poco de diversión. Caminé unos pasos más y me llamó la atención una vitrina donde se encontraban varias máscaras con un letrero que decía "Venta de Máscaras".

Me acerqué a la tienda y percibí el aroma a libros viejos. Ese aroma que siempre me reconforta y me pone a pensar que si la historia tuviera un olor, sería ese. Eché un rápido vistazo al interior de la tienda, asombrado por la gran cantidad de libros viejos, máscaras y velas. La tienda no contaba con otra iluminación más que la proporcionada por las velas acomodadas en varias mesitas alrededor de la tienda. Había varios libreros y algunas máscaras colgadas de las paredes.

Después de darme una vaga idea de como era la tienda me acerqué más a la vitrina y empecé a observar las máscaras que ahí se encontraban. Había máscaras de distintos tamaños y texturas, de colores diversos y variadas formas. Algunas parecían ser muy viejas y se podía notar la reciente confección en otras. Algunas tenían algún detalle que evidenciaba algún maltrato o algún golpe.

Con un poco de música a mi alrededor me hubiera sentido transportado a un baile de máscaras como los que salen en las películas. Pero la calle estaba en silencio.

La mayoría de las máscaras, sobre todo las más viejas, tenían detalles que llamaban la atención, pero eran tantas que no podía fijar mi vista por mucho tiempo en alguna porque podría perder detalles de la que se encontraba a su izquierda o a su derecha, arriba o abajo.

En la esquina superior derecha vi una máscara que parecía ser muy antigua. De acuerdo a mis vagos recuerdos de la época prehispánica me pareció que era una máscara de aquellos tiempos, usada por algún guerrero en una cruenta batalla. La observé con gran detenimiento tratando de percibir cada detalle.

Era una máscara hecha de barro, parecía realmente vieja y roída por el tiempo. Parecía una especie de hombre ave, con unos ojos redondos, y una nariz larga y afilada que podía confundirse con un pico. La boca casi imperceptible, un poco por el paso del tiempo y un poco porque fue tallada muy superficialmente. Tenía talladas algunas arrugas por toda la cara, quizá querían decir algo o quizá trataron de simular una especie de arrugas o plumaje.

Un ruido a mi espalda provocó que dejara de observar los detalles de la máscara. Pude observar que el sol ya se había ocultado y que la noche cubría los edificios. Un señor de alrededor de 60 años se acercó a mí y caí en cuenta que llevaba mucho tiempo observando las máscaras.

Era un señor bajito, con poco cabello y el que tenía era completamente blanco. Usaba unas gafas pequeñas con lentes redondos. Varias arrugas y su lento caminar hacían ver que en realidad ya estaba cercano a cumplir 70 años. Me invitó a pasar mientras sacaba la máscara que había estado observando y la depositaba en mis manos.

Pude sentir el peso de los años caer sobre mis manos. Sentía que si apretaba con fuerza lograría que la máscara se desmoronara.

Continuará...

(Cuento inédito, Agosto 2006)

Sunday, August 20, 2006

Hoy es tu cumpleaños

Hoy es tu cumpleaños, hoy hace algunos ayeres llegaste a este mundo para hacerlo diferente, para darle un toque distinto con tu sonrisa, tus ojos, tus palabras y todo tu ser. Hoy hace algunos ayeres empezó a escribirse tu historia y con ella empezaron a entrelazarse las historias de otras personas que llegaron antes y después de tí.

Hoy es tu cumpleaños, y hay tantas cosas que quisiera regalarte, tantas palabras que quisiera decirte, tantas sensaciones que quisiera compartirte,tantas risas que quisiera darte, tantos abrazos que quisiera apretarte, tantas lágrimas que quisiera enjugarte...

Hoy es tu cumpleaños, y a pesar de todo lo que lucha por salir de mis dedos, y a pesar de todas las ideas que se agolpan en mi cerebro, y a pesar de todos los sentimientos que laten en mi corazón solamente te puedo decir:

Feliz cumpleaños, gracias, sé feliz

Thursday, August 17, 2006

Cuentos largos

Como se habrán dado cuenta hasta el momento "todos mis lectores" por lo general escribo locuras, debrayes, tonterías y uno que otro cuento corto. Me he puesto la tarea de escribir un cuento largo. Todavía no sé cual será el tema (tengo muchos temas en mente pero ninguno me ha convencido), todavía no sé realmente que tan largo será, todavía no sé que tal quedará, lo que sí se, es que será más largo que cualquiera que haya escrito hasta el momento y que lo iré publicando aquí por partes. Quizá en el desarrollo del cuento de repente se pierda la secuencia, o se involucren personajes sacados de la manga, o me de cuenta que el tema que escogí no merece un cuento largo. Pero trataré de llevarlo al mejor término posible. Si en algún momento usted lector descubre que voy muy mal, por favor hágamelo saber para tratar de corregir el rumbo.

En fin, veremos que resulta de este experimento.

Wednesday, August 16, 2006

Entrega

Eran las 7:59 de la mañana del viernes. Estaba por salir de su casa rumbo al trabajo. Acababa de desayunar un plato de cereal y estaba preparando sus cosas. Se iba a despedir de su esposa cuando de pronto llamaron a la puerta.

Era realmente extraño que alguien llamara a la puerta a esa hora. En todo el tiempo que llevaba viviendo ahí nunca nadie había llegado a buscar a alguien en esa casa tan temprano. Terminó de guardar la comida que se iba a llevar y abrió la puerta. Ante sus ojos apareció un señor delgado, con un delgado bigote y una sonrisa extraña que no se podía saber si era de maldad o de felicidad.

- Buenos días - dijo el señor.
- Buenos días - contestó el dueño de la casa
- Soy de la compañía "New Life Inc." y le traigo un paquete. Por favor firme en la línea punteada de la hoja azul y de la hoja rosa.
- Pero yo no he pedido nada de su empresa.
- Mmmm. Este paquete viene a su nombre, no es así?
- Si, es mi nombre, pero estoy seguro que no he pedido nada.
- Quizá algún familiar o amigo le compró algo con nosotros. De cualquier forma no hay ningún cargo para usted. Es más, ni siquiera le voy a pedir propina - dijo el repartidor con esa sonrisa maliciosa.
- Mmmmm. De acuerdo, aquí están la hoja azul firmada y aquí tiene la hoja rosa también firmada.
- La hoja rosa es para usted. Que tenga buen día
- Gracias, buen día también para usted

Cerró la puerta examinando el paquete, tratando de olvidar esa maldita sonrisa. Esa cara le había puesto de mal humor y sabía que su día ya no iba a ser el tranquilo viernes de trabajo que había pensado.

Abrió la caja que contenía un sobre grueso. Abrió el sobre y lo que parecía ser varias hojas resultó ser solamente media hoja carta que decía:

"Estimado cliente:

Gracias por elegir una nueva vida de New Life Inc. Esperamos que su nueva vida sea de su agrado. Esa nueva vida empieza a partir de este momento, quizá note algunos cambios mientras termina de leer esta carta, trate de no hacer caso a ellos.

En ocasiones tenemos fallas en nuestro sistema, por lo que usted puede experimentar mareos, dolor de cabeza, comezón, alucinaciones, pesadillas, diarrea, recuerdos de su vida anterior, etc. Recuerde que no se aceptan reclamaciones ni tenemos servicio de devolución de su vida anterior."

De pronto todo a su alrededor comenzó a cambiar. Los adornos de su casa, el olor, la luz que entraba por la ventana, el coche eléctrico que tenía afuera, etc.

Abrió la puerta y se fue a su trabajo. Un trabajo al que nunca había ido, en un coche eléctrico convertible que nunca había manejado y por un camino que nunca había tomado. A partir de ese momento, algunas noches despertaba gritando "QUIERO MI ANTERIOR VIDA!!!", pero cuando terminaba de despertar no sabía que había querido decir con eso.

(Cuento inédito, Agosto 2006)

Sunday, August 13, 2006

Deseo

Era una noche nublada, desde el balcón donde se encontraban se veían destellos de la luna asomándose.

Volteó a su derecha y fue cuando la vió. Tenía la vista perdida en el cielo. O quizá no la tenía perdida pero lo que ella estaba viendo no podía ser visto por ninguno de los otros presentes. Su cabello rojo recogido fue lo que más le llamó la atención al principio. Pero después bajó un poco la vista y vio su piel, de un color extremadamente blanco.

Supo que debía probarla, que debía sentir esa piel.

Poco a poco el lugar se fue quedando más vacío. Hasta que decidió que era el momento. Podía acercarse a ella sin tener que pasar por entre tanta gente.

Se levantó tambaleante, efecto de las cervezas que había estado tomando maximizado por la excitación. Se acercó y se sentó a su lado. Ella seguía con la vista perdida en el cielo, con la cabeza ligeramente inclinada hacia arriba y a la derecha. En ese ángulo el podía ver perfectamente su cuello y constató que el color de su piel era un poco más blanco de lo normal.

Pasó su lengua por entre sus labios, con la sangre fluyendo a toda velocidad por su cuerpo. Se inclinó hacía ella, dejando que su aroma inundara sus sentidos, cerró los ojos para poder percibir todos los aromas que despedía.

Cuando su nariz casi tocaba la piel de su cuello, en esa parte donde nacía el cabello rojo que le había llamado la atención abrió la boca y encajó sus colmillos con fuerza hasta atravesar la piel y sentir la sangre bajar por su garganta.

Se levantó y salió lentamente. Ella seguía con la vista perdida en el cielo, con media sonrisa dibujada en el rostro y unos hilillos de sangre manando de su cuello perdiéndose entre el rojo de su cabello.

(Cuento inédito, Agosto 2006)

Wednesday, August 09, 2006

El niño que voló en un colibrí

La primera vez que tuvo ese sueño quedó fascinado. Soñó que estando en la azotea de su casa empezaba a encogerse y encogerse hasta lograr un tamaño de alrededor de 2 o 3 centímetros. Se dispuso a explorar su azotea, sorprendido por todas las cosas que en ella había y que por su tamaño nunca las había visto; y, de pronto, llegaba un colibrí, se acercaba a él y lo invitaba a volar por la ciudad. Visitaban muchos lugares conocidos, bebían del néctar de muchas flores, se quedaban en algún cable de luz por un rato a observar a la gente que pasaba distraídamente sin verlos (excepto por un señor que pasó y les dijo "hola amiguitos"), y por último, al atardecer, regresaban a la azotea y volvía a su tamaño natural.

Ese sueño se fue haciendo recurrente, algunas veces en lugar de empequeñecerse llegaba un colibrí que comenzaba a crecer y crecer hasta que podía montarlo y viajar con él. En este sueño se divertía asustando a la gente con el colibrí gigante, pero no podían encontrar flores que pudieran satisfacer el apetito del colibrí por lo que el viaje era muy corto.

En ocasiones viajaban por mucho tiempo y llegaban a lugares que él nunca había visto y probaban nuevas flores.

Otras veces soñaba que en su viaje se encontraban con un torbellino y aunque alcanzaban a huír de él veían con tristeza como se llevaba a un pequeño pajarito que pasaba por ahí.

Y así, en sus sueños, tenía muchas aventuras con su amigo el colibrí.

Un día que estaba despierto en la azotea de su casa se dio cuenta que estaba empezando a encogerse y llegó su amigo el colibrí a pasear con él.

Desgraciadamente, ya no era aquel niño que volaba en sus sueños en el colibrí. Habían pasado los años y se había convertido en un drogadicto que subia a drogarse a la azotea de su casa y el colibrí no llegó realmente a su lado, simplemente se acercó a la cornisa y soñó que volaba.

(Cuento inédito, Agosto 2006)

Tuesday, August 08, 2006

Las cosas pasan por algo


Llevo tiempo escuchando esa frase, a veces me la dicen, a veces la leo e incluso a veces la digo.

Pero será cierto esto? las cosas que te pasan (sobre todo las malas) pasan por alguna razón? dejarán algo que no hubieras aprendido de otra forma? porque si hay cosas que en realidad tienes que aprender las podrías aprender sin que te pasara nada, o no?

Será la ley del Karma? y si es así, por qué no llegan y te dicen: "te acuerdas de la vez que mataste una gallina? pues esto que te está pasando es el karma que te dejó esa gallina" ? digo, de esta forma sería más fácil aprender que es lo que no debes hacer para que no se te regrese. Porque igual podría pensar que esto me está pasando por la vez que me burlé de alguien y en realidad eso no tiene nada que ver y podría seguirme burlando de la gente sin que me pasara nada.

Y ahora, suponiendo que es cierto que las cosas pasan por algo. Por qué pasan todas juntas? por qué no se puede que resuelvas tus problemas económicos y ya después tengas problemas familiares? Por qué si todavía se tienen problemas de pareja tienen que venir problemas laborales?

Realmente no lo sé, quizá no haya razones, quizá conocemos las razones pero no las queremos aceptar, quizá esas razones nunca podamos entenderlas, quizá, quizá.

En fin, si alguien sabe por qué pasan las cosas ahí está mi me avisa.

Monday, August 07, 2006

Frases del Cuervo

Sarah: People once believed that when someone dies, a crow carries their soul
to the land of the dead. But sometimes, something so bad happens that a
terrible sadness is carried with it and the soul can't rest. Then
sometimes, just sometimes, the crow can bring that soul back to put the
wrong things right.

Sarah: If the people we love are stolen from us, the way to have them live on
is to never stop loving them. Buildings burn, people die, but real love
is forever.

Sarah:
What are you supposed to be, a clown or something?
Eric: Sometimes

Eric: Victims ... aren't we all?

Eric:
Little things used to mean so much to Shelly. I used to think they were kinda trivial. Believe me, nothing's trivial.

Top Dollar: My daddy used to say, every man's got a devil, and you can't rest until you find him


Eric: It can't rain all the time

Oh it won't rain all the time.
The sky won't fall forever.
And though the night seems long,
Your tears won't fall forever.
It Can't Rain All The Time
The Crow Soundtrack

Hay muchas películas que me gustan mucho y me han hecho pensar, soñar, sentir, llorar, reír, volver a soñar,
despertar, darme cuenta de la "realidad", vivir, etcétera. Una de ellas es The Crow.
Hay muchas frases memorables, muchas frases para meditar, muchas frases para entristecerse.
Las anteriores son una probadita de lo que estoy diciendo.

Quizá después les platique sobre alguna de las otras tantas películas que me han marcado. Pero por el momento
no me gustaría poner más distracciones a estas frases para que quien las llegue a leer pueda verles ese
significado que yo les he encontrado.

Tuesday, August 01, 2006

Teclado

Estos días mi teclado me ha rehuído. Cada vez que intento acercarme y comenzar a plasmar una idea en forma de cuento, poema, relato, etc. se dispone a irse de mi lado.

En ocasiones, cuando está distraído, me acerco sigilosamente y empiezo a escribir con rapidez para que cuando se de cuenta que lo estoy usando ya sea demasiado tarde. Pero se niega a hacerle caso a mis dedos y deja de enviar las letras que escribo o las envía en el orden que le pega la gana ocasionando que lo que logro escribir sean solamente letras sin ningún orden; o incluso, cuando tiene ese humor bizarro, las ordena para mandar ideas raras que nada tienen que ver con lo que estoy pensando.

He querido platicar seriamente con él para que me diga que es lo que pasa, por qué razón no quiere ayudarme a desahogarme, pero tampoco me hace caso. Quizá algo de lo que he escrito últimamente no le ha gustado, a lo mejor le asustaron mis cuentos fatalistas. Puede ser que aún no pueda creer por lo que estoy pasando y piense que si no me deja escribir mis sentimientos estos se esfumarán y todo volverá a ser como antes. O quizá, simplemente, soy yo el que ya no puede escribir y me escudo en la idea de que el teclado está en mi contra.